viernes, 28 de noviembre de 2014

Maestros de Sueños


Desde tu tierna edad, cuando llorabas desconsolado por no querer entrar en aquel lugar,
ellos ya te sentían cerca, vibrando, impacientes, y te invitaron a pasar.
Cuando intentabas comunicarte con tu media lengua inventándote vocablos,
ellos ya te entendían, siendo licenciados en tu extenso vocabulario.
Aprendiste palabras, números, canciones y versos,
te mostraron el valor de los abrazos y besos.
Te enseñaron a sumar, restar, multiplicar, dividir,
te inculcaron el ponerlo en práctica y el compartir.
Te riñeron y castigaron cuando hiciste algo mal,
te guiaron en el camino, el más directo hacia la libertad.
Rieron con tus ocurrencias, lloraron con tus lamentos, se metieron en líos por ti,
su única recompensa fue el verte sonreir.
A veces son tu agenda, tu bolígrafo y tu carpeta,
otras son tus guantes, tu paraguas y también tu maleta.
Hay días en los que te lamentas por verlos a diario,
y otros días en que no los ves, son capaces de darle la vuelta a tu calendario.
Su imaginación y creatividad alcanza límites inimaginables,
a veces haciendo piruetas sobre piedras poco amigables.
Los alumnos son hojas que flotan sin rumbo,
perdidos en un abismo entre continentes profundos.
Los maestros son el viento fijados en la veleta,
que los llevan y conducen, empujándoles hacia la meta.
Educadores de buenos deseos, de incertidumbres y miedos,
que buscan la suerte luchando y no cruzando los dedos.
Buscadores de la paz, firmes como un baluarte de ilusiones compartidas,
en los que renace la idea de sentir y converger, como unidad de medida.
Porque la educación prohíbe detestar y abusar, herir y negativizar,
pero obliga a mantear, acunar y renacer sueños improbables pero no imposibles.
Por eso hoy, maestros de sueños, defensores de lo inhumano, discípulos de la moralidad y creadores de futuros profesionales,
por creer en los alumnos como medio de salvación de este exorbitante mundo... Muchas Felicidades.