martes, 31 de octubre de 2017

Cuando el río suena... escúchalo porque agua lleva.


Cuando una puerta se cierra, se abren mil ventanas, pero cuando la igualdad es la que llama, La Puerta Violeta se queda abierta de par en par. En un mundo donde el machismo impregna y sigue dando coletazos a menudo de múltiples maneras, de micros a macros, la voz de Rozalén acaricia cada nota y cada rincón para recordar que es necesario más feminismo, más libertad y más acción para combatir las injusticias y desigualdades de género.

Deberás tener cuidado si dejas la puerta encajada, porque como si de un castillo se tratara, el Dragón Rojo puede asomarse y acechar. El amor despechado de una sola noche puede ser peligroso a la par que sorprendente, porque Rozalén lo cuenta con tal belleza musical y aritmética que te hace sentirte protagonista, y hasta acabarás cogiéndole verdadero cariño al dragón.

No hay grito más verdadero a la alegría que el que ilumina este camino de Girasoles. Un canto a la vida, a la paz, al amor, y un homenaje a los que hacen el bien frente a aquellos que intentan el mal. Una mezcla de sonidos puros y enérgicos, desde la bandurria hasta los sones cubanos, pasando por muchos más instrumentos tocados con la varita del arte y de la magia, que nos llenan de luz y de vida. Aquí donde el soniquete, el swing, el ritmo y el calor humano se condensan en una mezcla perfecta de sensaciones.

Pero justo cuando estás en lo más alto… justo ahí, Rozalén te vuelve a bajar un ratito, para tocarte la fibra, eso sí. Porque Justo es un historión que merecía ser contado. Justo es la voz de aquellos que no la tuvieron, de la libertad frente a la guerra, de la lucha impuesta y de la necesidad de sosiego después de todo. Justo es verdad y es esperanza. Justo nos ha marcado a todos a punta de disparo, y justo aquí y ahora, te lo agradecemos eternamente.

Y de un tema de gran trascendencia mundial e histórica nos lleva súbitamente a otro de actualidad y también de antigüedad. La que baila para ti está tocada e interpretada al milímetro y al más mínimo detalle, con el sentimiento en cada nota, de cada sílaba, de cada palabra, rebosada de sensibilidad y corazón en una voz que se muestra tranquila, como la de Rozalén. Al final, aunque el baile acabe, aunque duela, acabas convenciéndote de que es la mejor solución.

Y el desamor lleva a las copas, para sobrellevarlo mejor, y si ella se emborracha Antes de Verte, es porque puede y porque así surgen las mejores conversaciones, los mejores encuentros, los abrazos más sanos, y una canción brillante, de esas que se clavan en la mente sin poder parar de tararear. La mezcla de Rozalén y Kevin Johansen es tan pura como necesaria. Ambas voces se dan lo mejor de cada una para converger en un tema tan sencillo como abstracto, lleno de musicalidad y de vértigo. Y es que emborracharse antes de verte deja sediendo el corazón, pero nunca tan calmado, tan hambriento y tan distante como gritar Tu Nombre al final de este renglón. 

Porque cuando estás así, de buen rollo, con resaca de compás y de cariño infinito, el alma se enciende y se vuelve festivalera al pronunciar Tu Nombre. Este tema, lleno de armonías plurales y de fantasía, hace que imagines, que bailes, que grites, que salgas con lo puesto y que te subas por las paredes con una Rozalén a flor de piel, más viva que nunca, y unos músicos y coros perfectamente coordinados que te absorben y te llevan a otros lugares desconocidos. ¿Qué pasará cuando pronunciemos Tu Nombre en los directos? (Deseando estamos de descubrirlo...)

Porque Tu Nombre no lo sabemos, pero sí sabemos el de El Hijo de la Abuela, Miguel. A través de Miguel, Rozalén nos cuenta una historia llena de nostalgia y de verdad, de sentimientos sinceros e ilusiones renovadas. Aquí convergen los pensamientos de la abuela, de Miguel y del pueblo entero. Qué bonito aglutinar a tanta gente en una sola canción… Una canción que sabe a casa, que huele a hogar y que suena a encuentro, al encuentro de la vida misma y de las casualidades forjadas y compartidas en un periodo de tiempo que ya es eterno.

Y en la misma casa, habita un Amor Prohibido. El único tema que no ha sido escrito por Rozalén, pero que ella ha contado a la perfección por ser algo que le toca de cerca. Porque todo amor es válido si el único verbo es amar. Porque amar implica respetar, acunar y mantear sentimientos y deseos positivos; pero también impide herir, dañar y negativizar. Por eso ella respeta esta historia, la quiere y la cuida. Y como la respeta, la sabe transmitir y nos la hace llegar con todo lujo de detalles y de buenas vibraciones a nuestros oídos, que cada vez son más tolerantes. Imperdible canción llena de ternura y valentía.

Encontramos en este disco a una artista siempre respetuosa, siempre con ganas de aprender de cada gesto como de cada canción, de sobreponerse a cada aprendizaje, de escuchar y de sentir, por eso emana en esta obra ese Volver a los Diecisiete que nos dejó Violeta Parra. Bien cuidada su voz impuesta con delicadeza en cada acorde, en un tema como sentido homenaje y que ya, inevitablemente, recordaremos también en la voz de María.

Y para culminar, en lo más alto, un escándalo, un cóctel de deseos y anhelos basado en una combinación de reggae con electrónica. Una mezcla de armonías modernas y revitalizadas con la melodía de Girasoles sonando al final del todo, y que invita a saltar por las nubes, voltear los astros, evadirse, reír y gritar. Un latido fuerte al final del corazón con ritmos firmes y constantes. Una canción que bien sirve como despertador de las 6 de la mañana y también de celebración del atardecer de cada día. Todo un himno, Respect.

Y mucho Respect por esta artista, porque todavía tiene mucho que decir y que cantar. Una mujer que, con el nacimiento de este tercer hijo suyo, sigue demostrando ser la persona que muestra en sus canciones: comprometida, diversa, auténtica, capaz de reinventarse pero sin perder su esencia, llena de luz y de color, brillante y fugaz. Ella, que es una contadora de historias, en un disco lleno de verdades e intimidades. Historias más cercanas o lejanas, más simples o complejas, más certeras o inventadas, pero siempre tocando la realidad y, sobre todo, capaz de hacerte volar con los pies en el suelo. 
Por eso, Cuando el río suena… hazme caso y escúchalo, porque agua lleva. Ya te digo que si lleva…


Fati Pizarro.